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  • Foto del escritorGrupo Arias

El riesgo y beneficio de una economía "cashless". ¿Le entras?


Un estudio del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) señala que en México, al cierre del 2016, el 96% de las transacciones se hicieron con efectivo. Bajo el título “Reducción de uso de efectivo e inclusión financiera”, el objetivo del estudio es exponer las ventajas de los pagos electrónicos sobre los pagos realizados con efectivo, es decir, las ventajas de una economía cashless —sin efectivo—, que es según los economistas, hacia donde se dirige la economía global.

Las ventajas de los pagos electrónicos sobre el efectivo, afirma el estudio, es el combate a la corrupción y a las transacciones ilegales, así como la reducción de la informalidad laboral. Esto es posible dado que una transacción digital debe darse sobre una plataforma que pasa por la fiscalización de un tercero. Un pago con tarjeta de débito en una tienda, por ejemplo, pasa por la aprobación de la institución bancaria que emite el plástico y donde están depositados los fondos.

Cada transacción realizada con la tarjeta queda registrada en una base de datos, en la que quedan asentada la información relativa a cada transacción: tienda, locación, producto, costo, impuestos, pero también el banco cuenta con la información de cuánto se tiene en cuenta, cuánto es lo que se gasta y en qué. Al tiempo, la institución financiera también guarda registro de lo que recibió la tienda, con toda la información relativa a la compra.

En contraste, los pagos en efectivo prescinden de la sanción de un tercero. Sólo las partes en una transacción están enteradas del monto involucrado. Además, las partes sólo poseen información de esa transacción y de nada más. Usando el mismo ejemplo de la compra en una tienda, quien realiza la compra y paga en efectivo nada informa a la tienda sobre su situación financiera. La tienda tampoco ofrece información sobre sus balances financieros al cliente. Trasladando esta situación al crimen organizado, en una economía en la que no exista el efectivo, cada una de las transacciones serían registradas, registros que podrían ser investigados por la autoridad. Pasaría lo mismo con la corrupción, donde las huellas del desvío de recursos serían casi imposibles de borrar, pues todo monto sería electrónico y registrado puntualmente por los sistemas.

En lo que toca a la informalidad, el estudio ofrece un gráfico en el que se relacionan las cifras porcentuales de Suecia, Estados Unidos, Brasil, China y México en los rubros de transacciones en efectivo, participación de la informalidad en el PIB, la posición global en el ranking de corrupción y en el del índice de competitividad. Para el IMCO, a mayor uso de pagos electrónicos, menor informalidad, menor corrupción y mayor competitividad.

En un escenario donde no existe el efectivo, nadie podría evadir al fisco, debido a que toda transacción se registraría en el sistema. La informalidad —posible a la evasión fiscal de actividades económicas— sería imposible, pues cada pago podría ser fiscalizado, y por ello gravado por la autoridad hacendaria. Las personas que viven en pobreza y que deben recurrir a la informalidad perderían una forma de subsistencia pero pasarían a engrosar las filas de causantes cautivos, ayudando a las finanzas públicas.

Para lograr el objetivo de llegar a una economía cashless, el IMCO propone que el gobierno emita disposiciones que desalienten a las personas a usar el efectivo. El cobro de una cuota tras cierto monto de efectivo retirado de los cajeros, disponer de límites de disposición de efectivo por día, la salida de circulación de los billetes de alta denominación, son algunas de las propuestas.

La dificultad que se enfrenta actualmente para la transición a una economía cashless es la interoperabilidad. En un ecosistema puramente digital, se deben ofrecer múltiples aplicaciones de pago desde múltiples bancos a través de múltiples operadores con una variedad de teléfonos inteligentes. El reto es integrar todo bajo un estándar universal, de forma que una persona pueda hacer una transacción en cualquier parte del mundo sin problemas de incompatibilidad con los sistemas locales.

Los proveedores de soluciones cashless en todo el mundo han aprovechado los mensajes SMS, el Internet móvil y aplicaciones móviles descargables para habilitar el comercio móvil y los pagos. En cuanto a los protocolos usados por las terminales para los pagos digitales que garanticen el mayor nivel de seguridad posible, se encuentra el de las comunicaciones de campo cercano, o NFC, que permite que dos dispositivos se comuniquen de forma inalámbrica a unos cuatro centímetros de distancia. Debido a que el rango de transmisión es muy corto, las transacciones habilitadas para NFC serían, asegura la comunidad de desarrollo de este protocolo, intrínsecamente seguras.

El tránsito a una economía cashless se anuncia como inevitable. Un sistema de pagos electrónicos dotaría de más poder a las instituciones financieras, y de mayor control a los gobiernos. Con el efectivo, el ciudadano puede comprar, vender y almacenar su riqueza sin depender de nadie más. Pueden también quedarse fuera del sistema financiero, si así lo desea. La campaña mediática a favor de la reducción y eventual desaparición del sistema de pagos en efectivo hace pensar que todos los usuarios de efectivo son delincuentes, evasores de impuestos o terroristas. Lo que asusta también es que el anuncio de la inevitabilidad de la instauración del sistema de pagos electrónicos. El ciudadano debería poder decidir si quiere subirse o no a la ola del progreso.


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